Se desconocería el punto de inicio de los puentes, si el hombre primitivo no hubiera utilizado los árboles caídos y otros materiales de origen natural para cruzar las barreras geográficas. Algunos de los primeros puentes que sobreviven datan del siglo II a.C., por lo general construidos con base en arcos de piedra, una forma que dominó la construcción de puentes hasta la llegada del hierro forjado y el acero en el siglo XVIII, y del concreto, 150 años después. La mayoría de los puentes fueron construidos por la Iglesia. Dos puentes de piedra todavía pueden verse en París (el Notre Dame, de 1305 y el Neuf, de 1606).
En el siglo XVIII, el diseño de puentes se convirtió en toda una ciencia. En la escuela de ingeniería fundada en París, su director Jean Perronet perfeccionó el sistema basado en arcos de mampostería con el uso de esbeltos pilares. Tiempo después, la atención se desplazó hacia Inglaterra, en donde la invención de la locomotora de vapor exigió la creación de puentes con mayores prestaciones estructurales. En 1794, el hierro se utilizó por primera vez para la fabricación de los cables en el puente colgante sobre el río Tees. Posteriormente, en 1779 se construyó el primer puente de hierro con un arco de más de 30 metros de longitud, tendido sobre el río Severn, en Coalbrookdale que aún se encuentra en servicio.
Justo cuando a principios del siglo XX los puentes de arco de albañilería estaban llegando a su clímax, el concreto armado llegó a la escena. Desde entonces, éste se ha convertido en el principal material de construcción para los puentes; debido a sus mejores aplicaciones ingenieriles y estructurales, a su versatilidad intrínseca, a su flexibilidad de diseño y sobre todo, a su durabilidad natural.
Aunque muchos ingenieros británicos utilizaron el concreto a principios del siglo XIX, su uso en el diseño de puentes no se desarrolló hasta la segunda mitad del siglo XX, de ahí que se estima que al menos el 75% de los puentes carreteros de concreto en Gran Bretaña, fueron construidos a partir del año 1960. En contraste, puentes de arco de concreto se construían en la década de 1850 en Europa continental.
El puente de concreto en masa más antiguo que se conoce en el Reino Unido, se encontraba erca de Cromwell Road, al oeste de Londres. Este puente lo diseñó Thomas Marr Johnson para Sir John Fowler y se construyó en 1865. Otros ingenieros británicos comenzaron también a utilizar concreto en masa en la construcción de superestructuras de puentes; uno de ellos, Philip Brannan, erigió un arco de tres vanos de concreto en Seaton, Devon, en 1877.
Por otra parte, algunos ingenieros ferroviarios también estuvieron activos en esta época. Por ejemplo, con concreto en masa se construyó el viaducto de Dochart a finales del siglo y adicionalmente se utilizó concreto simple en el viaducto de Carrington (1903). Los primeros puentes de ferrocarril de concreto los diseñaron Mouchel (Bristol, 1907) y Coignet (Bargoed, Gales). El primer puente de ferrocarril de concreto reforzado en Gran Bretaña tuvo aproximadamente 5 metros y medio de claro y fue construido en Dundee, Escocia, en el año 1903.
El uso del concreto armado comenzó probablemente con la construcción del puente de Homersfield sobre el río Waveney en la frontera Norfolk/Suffolk en 1870, cuando el acero de refuerzo se adicionó a la masa de concreto. Sin embargo, no fue hasta la primera década del siglo XX que el refuerzo en el concreto se introdujo, tal y como lo conocemos hoy en día. Gran parte de lo que hoy se conoce se le debe a L. G. Mouchel, que en el Reino Unido aplicó la teoría del concreto armado, que previamente había sido desarrollada por Francois Hennebique. El primer proyecto en el Reino Unido fue el de un puente de 5.4 metros de largo, en Chewton Glen en el condado de Hampshire, en 1902. Dos años después, se concibió un puente de losa y vigas de aproximadamente 12 metros de longitud, en el drenaje de Sutton en la ciudad de Hull.
Desarrollo de los puentes de concreto (Enero 2013). Construcción y tecnología en concreto 10(2), 13.